Una historia original sobre una típica estudiante de secundaria.
No sé qué le pasa a los profesores malhumorados como el de computación, vive gritando “no jueguen con las maquinas” “sean cuidadosos” “copien la teoría” como si a alguien de este planeta necesitara de teorías para usar la computadora, que molesto.Y además tengo que soportar el humor la profesora de geografía que cuando llegamos aunque sea 3 minutos tarde a la clase nos hace pararnos al frente del salón mientras que nos dice un discursito de veinte minutos sobre “porque se va acabar el mundo si llegamos tarde a clases”, que vergonzoso. Pero ningún profesor se compara a la verdadera maldad de la Señorita Esperanza de Lengua Española, esa señora adulta que no te deja ni reírte en su clase porque parece que eso es “grosero”, vive escribiendo en el pisaron tarea, y luego se enoja porque no la hacemos ¡Si no dejara tantos ejercicios lo haríamos! Que molesto, es inevitable gritarle cuando ella me reprocha, es que lo hace por cualquier cosa, un día lo hizo porque le había preguntado algo a mi compañera de al lado ¡y lo que le pregunte era sobre lengua pero lo mismo la vieja me reprocho! ¿Quién estando en mi lugar en esa situación no le habría contestado mal a la profesora? Que injusto fue eso, me habían castigado y yo tenía razón, me frustra que siempre en las peleas entra alumno y profesor, los profesores siempre ganen.
¡Claro! Todos los profesores me viven retando pero cuando hay que llevar muchas cosas pasadas hasta el salón de los maestros en el segundo piso me vuelvo su alumna preferida. Debería de tirar todos estoy papeles por la ventana, así la vieja de Lengua aprende a no tratarme mal si me va a pedir cosas. Lo único bueno de esto es que pierdo minutos de clases, no es una gran cantidad de tiempo pero cada segundo es importante cuando se trata de no ver la cara de la arpía de Legua.
Al llegar a el salón de maestros oí una voz preocupada -Llego un mensaje del hospital Santa Maria- Por su voz chillona y malhumorada deduzco que es la secretaria que siempre me reta por correr en los pacillos - lamentablemente falleció…
Luego de decir estas palabras hubo un silencio incomodo que me hacia agradecer no estar ahí.
¿Quién le dirá?- Luego como de cinco minutos un profesor de voz irreconocible.
Pasaron otros 5 minutos y nadie contesta ¿Quién había fallecido? Es lo único que quiero saber ahora.
-Ah~- El profesor suspiro- Creo que yo soy el más apropiado para decírselo, los dos somos muy unidos.- Otro suspiro acompaño la siguiente frase- Aunque no se qué le diré, era su ultimo familiar cercano ¿No? Ya… ya no tiene a nadie…
Mi necesidad de saber de quién hablaba era tan grande que se sentía como un cuchillo que se clavaba una y otra vez en mi espalda. Era como si tuviera que saber, en ese momento entro un idea tan brillante que todos los profesores se sorprendería si supieran que yo la idee, solo tenía que pasar al salón de profesores a “entregar las hojas que me dio la profesora de lengua” y allí ver al profesor que digo que iba a entregar la noticia de la muerte a la persona correspondiente, seguirlo en el recreo y allí ver quién era el familiar del difunto ¡Brillante!
-Emmm… Aquí están las hojas de…- Anuncie mientras que entraba al salón. Ver los rostros de los profesores pálidos con sus miradas hacia mi diciendo “No debiste de entrar” me hizo comprender que este plan no era tan bueno -¿Los dejos aquí?-.
Un profesor me toco el hombro, al voltear para verlo y por su tono de vos al decirme que el los recibiría descubrí que él le daría la noticia al profesor correspondiente. Me fui inmediatamente a mi salón de clases.
Cuando la profesora estaba explicando algo en vez de hablar con mis amigas estaba pensando en quien es la pobre señora que esté pasando este horrible momento. Como un mini infarto me llego la idea de que el profesor podía anunciar la noticia a esa persona en cualquier momento, hasta incluida mente en los que yo estoy en horas de clases sin poder salir del salón. Entonces me entere que iba a ser imposible saber que había pasado con quien, rendida dedique cada minuto en solo hablar con mis amigas sobre lo que había escuchado.
El peor día de la semana; lunes, estamos todos viendo el techo, impacientes por la próxima llegada del viernes. Me voltee a hablar mediante el discurso de la maestra, y bien que me vio una de mis amigas abrió los ojos y me dio un dato tan impactante como triste. Mi mejor amiga había escuchado, por quedarse hasta tarde en el colegio, que profesora fue la desafortunada.
Ella estaba ahí, con su mirada de siempre, su ceño fruncido, solo escribiendo en el pisaron sin parar, mientras que nosotros, sus alumnos hablábamos y reíamos, claro, excepto yo, desconcertada la veía, hace dos días recibió la notica que fallecieron su ultimo familiar, su hermano con lo que me dijo una amiga, y hoy, la Sr. Esperanza, esta igual que siempre. Me detuve un momento para mirar su rostro, era triste y al mismo tiempo igual que siempre, no sé como no lo note antes. Mientras miles de sentimientos de culpa y escusas me atormentaban solo podía ver el rostro de la profesora Esperanza.
-¡Bien! Todos se pasaron hablando en mi clase, pero por lo menos una charlatana estuvo callada hoy- La profesora con su típico tono de amargada se refirió a mi con su mirada.
En ese momento sentí como las miradas de mis compañeros me apuntaban esperando que inicie una discusión con la profesora, hasta creo que la profesora tenia pre visto eso, pero yo, aun confundida por lo que le paso, me quede en silencio solo mirándola, no quería que sufra un segundo más.
Noviembre, ya habían pasado 4 meses desde esa desgracia y eran los últimos días de clases, nos estaban entregando nuestras notas finales, desaprobé como 4 materias, como cada año.
Solo me faltaba la nota de Lengua, que la profesora estaba entregando justo en estos momentos. Al llegar mi turno de recibir la prueba la profesora se acerco a mí, con un rostro muy raro, tranquilo.
-Sinceramente, al principio eras una pésima alumna, pero mejoraste más de lo que yo esperaba- Al terminar la profesora estas palabras me dirigí a mi asiento, donde me fije la nota. Para alguna alumna excelente le abría parecido no muy buena mi nota, pero para una alumna como yo, esta era una excelente nota.
Levante la mirada, solo para ver a la profesora. Ella estaba allí, con una carpeta abrazada entre sus brazos, con la cabeza un poco inclinada, y, lo más importante, una sonrisa que invadía su cara de alegría con sus ojos de tranquilidad. Esa sonrisa, dudo que algún día la pueda olvidar, me hizo pensar tantas cosas, pero sobre todo me hizo sentir tan bien. Fue como si yo la hubiera ayudado a que sea feliz, yo le di un motivo para sonreír. Cada persona tiene un peso en sus hombros y creo que no hace falta que yo lo vuelva más pesado con mi groserías y rebeldía, creo que sería mejor que en vez de hacer las cosas más difíciles, las haga más fáciles, sería mejor que yo atribuyera a la felicidad de cada persona, así yo también sería feliz como lo soy en este momento. No dude en devolver esa sonrisa y desear que ella no sea la única persona que le robe una sonrisa.